Páginas

miércoles, 20 de agosto de 2014

Soy leyenda

¿Cómo saber para qué vine a este mundo?

Supongo que haciendo pruebas en distintos momentos y espacios, a manera de ensayo, para luego valorar si tuve errores o aciertos o ambas cosas en mis procesos y resultados.

No creo que haya otra manera de saber eso. O de pronto sí la hay: una primera que se me ocurre, es que Dios se me presente en forma de una zarza ardiente y me diga qué tengo que hacer; o la segunda es que alguien me diga qué tengo que hacer (familia, amigos, jefes, políticos, parejas...) y me limite a seguir instrucciones; y la tercera forma puede ser en cegarme en una sola cosa, creer firmemente en algo único para mí, y hacerla a pesar de lo que Dios, los demás o yo mismo pueda opinar de eso.

Aún no sé cuál es mi leyenda personal... sé que he dejado huellas pero no sé si han sido en los caminos correctos, si se han borrado o si ni siquiera se han marcado con mis pasos. Estoy en ese proceso, mirando atrás y mirando adelante para ver dónde estoy ahora.

Ya hay más analizar, pero muy poco para decidir lo que ha de ser mi vida a partir de ese momento. Sólo sé que Dios no me lo va a decir, los demás estarán felices en que les dé gusto y que yo seré un terco en hacer lo que se me dé la gana (cuando sepa qué quiero).

Sí, la respuesta de cajón es estar en equilibrio. Así que seguiré en la cuerda floja tratando de no caerme y de saber hacia dónde conduce.

Tal vez algún día contarán lo que pasó conmigo y sólo ahí sabré si fui o no leyenda.

miércoles, 13 de agosto de 2014

En el tiempo

Supongo que conozco de mi vida lo poco o mucho que pueda recordar, pero las otras personas de mi contexto sí conocen de mí otras cosas que, o bien no recuerdo o bien no era capaz de ver en mí mismo para recordarlas. Los profesores que participaron en mi crecimiento personal y luego el profesional podrán dar cuenta de otros aspectos que pudieron ver estando frente a mí durante tanto tiempo; y contando.

Sin embargo, recordar mi relación pasada con los profesores de mi formación, me sirvió para entender lo que estoy haciendo ahora como colega de ellos, así sea en diferentes campos temáticos y momentos históricos. ¿Cómo aguantaron? ¿Cómo me aguantaron? ¿Cómo hicieron que yo aprendiera o no aprendiera lo que pretendían personalmente o lo que el programa del curso les exigía enseñarme?

El conocimiento necesita tiempo y eso es lo que más necesito ahora: quiero hacer más y mejores cosas de las que ustedes hicieron por mí. Y en eso, una vez más, me pueden ayudar: por favor, poco a poco, salgan a flote de mi memoria para que me den luces sobre cómo proceder, sobre cómo enseñaban, sobre cómo aprendieron. Se los agradeceré como su eterno estudiante, como actual profesor y futuro maestro.

lunes, 28 de junio de 2010

Felina analogía científica

«El telégrafo con hilo es una especie de gato muy, muy largo. Si das un tirón en su cola en Nueva York, lo recibe la mía en Los Angeles. ¿Entendiste? Una radio opera exactamente de la misma manera: tú envías señales desde aquí, ellos las reciben desde lejos. La única diferencia es que, en este caso, no hay un gato.»

Moreira I.: «Criança pregunta... Einstein responde!», Ciência Hoje das Crianças 1998 (mayo); 80: 2-5.

lunes, 13 de julio de 2009